Me apuntaron a clases de piano en la casa de la cultura de Fuengirola donde aprendí el método rosa.
Luego, por inercia, me fui al conservatorio.
Años después descubrí el cifrado americano y a Kenny Barron, y por culpa de este señor y los acordes menores con novena, acabé en Barcelona haciendo el superior.
Luego estuve en EEUU, y más tarde, por cosas de la vida, conseguí un trabajo en Ecuador, donde me quedé mucho tiempo.